La neuromodulación tiene una larga historia que se remonta a las civilizaciones antiguas. En el año 3200 a.C., las mujeres egipcias llevaban pendientes como método anticonceptivo. En el año 500 a.C. se estableció en China el vínculo entre el oído y el cuerpo, con la identificación de 6 meridianos.
El primer caso registrado de neuroestimulación se produjo en el año 15 d.C., cuando los antiguos romanos utilizaban anguilas eléctricas para tratar el dolor de cabeza. En el siglo II, Galeno introdujo la escarificación de las orejas como tratamiento de los trastornos sexuales.
No fue hasta finales del siglo XIX cuando James Corning desarrolló el primer estimulador del nervio vago (ENV) para tratar la epilepsia. En 1988 se utilizó el primer implante de ENV en un paciente epiléptico, y en 1997 la ENV fue aprobada por la FDA para el tratamiento de la epilepsia refractaria.
En 2005, la ENV recibió la aprobación de la FDA para el tratamiento de la depresión crónica resistente, y en 2010, la ENV no invasiva (ENVn) fue aprobada en Europa para el tratamiento de la epilepsia refractaria y la depresión crónica resistente. Al año siguiente, el nVNS recibió la aprobación en Europa para el tratamiento del dolor.
En 2013, había 100.000 estimuladores VNS para la epilepsia y 4.000 para la depresión implantados en todo el mundo. En 2015, el nVNS recibió la aprobación europea para el tratamiento de una amplia gama de afecciones, como cefaleas, cefaleas primarias, migrañas, cefaleas en racimo, asma, ansiedad, TEPT, SII, gastroparesia, TDAH y obesidad.
En 2017, la FDA aprobó el nVNS para el tratamiento de migrañas y cefaleas en racimo. Y en 2018, el primer paciente en Canadá (Halifax) fue hospitalizado para recibir estimulación nVNS.
Hoy en día, la neuromodulación es una opción de tratamiento bien establecida para una variedad de afecciones, con numerosos estudios que demuestran su eficacia en el manejo de una serie de problemas de salud mental y física.